Ureteroscopía rígida
y flexible con láser
Ureteroscopía rígida y flexible con láser
Uno de los procedimientos que comúnmente lleva a cabo el especialista en urología es la ureteroscopía, técnica mínimamente invasiva que le permite explorar y analizar ciertas patologías que se presentan en las vías urinarias (cáncer, tumoraciones, infecciones recurrentes, entre otras); resultando especialmente útil en el tratamiento de la litiasis renoureteral y la extracción de cálculos renales.
Conocida también como cirugía intrarrenal endoscópica retrógrada, consiste en introducir a través del meato urinario (uretra) un endoscopio de calibre pequeño (ureteroscopio), sin realizar para ello ningún tipo de incisión. Éste a su vez se encuentra conectado a una pequeña cámara de alta definición, a través de la cual el especialista puede realizar el recorrido exploratorio de la vía y la intervención según lo amerite el paciente.
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Las molestias cuando se presentan son leves
Existen 2 tipos de ureteroscopio, los cuales pueden usarse de forma individual o combinada dependiendo de las condiciones del caso, tamaño del cálculo y su localización:
- Ureteroscopio flexible. Permite alcanzar cualquier zona del uréter y puede decirse que también hasta cualquier espacio dentro del riñón; realizar el retiro del lito mediante el uso de una “canastilla” especial o en caso de cálculos de mayor tamaño, proceder con su fragmentación empleando alguna técnica específica que permita su posterior retiro durante el procedimiento o su expulsión a través de la orina.
- Ureteroscopio rígido o semirrígido. Presenta menor “alcance” que el flexible por lo cual se emplea solo con cálculos ureterales; no obstante facilita la maniobrabilidad en casos específicos como la toma de muestras (biopsia ante presencia de tumoraciones en el tracto urinario). Resulta especialmente útil en cálculos ubicados en el uréter pelviano y en general en las zonas más amplias del uréter, empleándose de igual forma las técnicas para destrucción de los litos.
El especialista puede combinar ambos instrumentos para asegurarse mejores resultados, toda vez que visualice a través de la pantalla las condiciones generales en las cuales se encuentre el entorno: posible inflamación de la mucosa, tamaño del cálculo, algún desplazamiento que pueda facilitar o no la accesibilidad al mismo e inclusive emplear uno y otro si existen litos de diferente tamaño. Entre las técnicas que se emplean para realizar la destrucción de la “piedra”, hoy en día se cuenta con energía láser, ultrasonido o litotriptor “martillo” neumático; los cuales se introducen a través del instrumento y se encargan de fragmentar el cálculo para facilitar su extracción.
La técnica de fragmentación con energía láser de Holmium ha resultado una de las más efectivas para “romper” los cálculos; la fibra se introduce a través del endoscopio una vez ubicada la piedra y mediante impactos de rayos se produce la ruptura, lo cual evita complicaciones al momento de realizar la extracción.
Existen equipos inclusive que han desarrollado tal efectividad que logran la pulverización de los litos, disolviendo estos en partículas tan pequeñas que el mismo paciente expulsará sin inconvenientes a través de la orina.
Una vez completado el procedimiento de extracción, es frecuente la colocación de un catéter JJ en el uréter afectado para proteger la función renal. No es más que un pequeño tubo plástico que se ubica en el trayecto desde el riñón hasta la vejiga, con el cual se controla la inflamación y se mantiene despejado el canal para que el paciente drene la orina sin problemas. Las molestias cuando se presentan son leves y generalmente este catéter permanece en el paciente por unos pocos días; sin embargo el médico indicará el momento adecuado para retirarlo cuando realice los controles de seguimiento, casi siempre al normalizarse el flujo de orina.
Durante el procedimiento se aplicará anestesia local o general y puede realizarse de manera ambulatoria o no; esto dependerá de las indicaciones de su médico. En caso de encontrarse interno, el post operatorio no amerita más de 2 días de hospitalización y puede retomar sus actividades rutinarias prácticamente de manera inmediata. Es probable que presente ciertas molestias como ardor o dolor al orinar e inclusive presencia de sangrado a través de la orina, lo cual es normal pero debe mantenerse atento ante cualquier cambio e informar siempre a su especialista. También deberá cumplir tratamiento con analgésicos y antibióticos durante algún tiempo, así como incrementar la ingesta de agua para facilitar la limpieza de las vías urinarias.